Preguntas Frecuentes
La enfermedad inflamatoria intestinal corresponde a un grupo de patologías donde la enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa son sus principales representantes. Estas se caracterizan por una inflamación crónica del tracto digestivo, con períodos de actividad (brotes o crisis), que afectan la calidad de vida de los pacientes y sus familias, y otros períodos de remisión o inactividad inflamatoria.
La colitis ulcerosa produce una inflamación que va desde el edema, erosiones o ulceras que se inician en el recto y se extienden de manera variable a través del colon. Suele tener un peak entre los 20 y 40 años, pero cada vez hay más casos en otros grupos etarios, sin preferencia por género. Sus síntomas son muy variables, pudiendo incluir sangrado rectal, mucosidades en las deposiciones, ganas repentinas y urgentes de defecar, sensación de evacuación incompleta, dolor o cólicos abdominales, pérdida de peso sin causa aparente y fiebre, entre otros. Estas manifestaciones pueden ser graduales, pero en otros casos de inicio abrupto, puede provocar complicaciones que podrían poner en riesgo la vida.
La enfermedad de Crohn es una inflamación crónica del tracto intestinal de causa desconocida, que puede afectar cualquier tramo del aparato digestivo, desde la boca hasta el ano, sin embargo, se ubica con mayor frecuencia en el íleon terminal, en el intestino delgado. Esta enfermedad también puede manifestar síntomas fuera del aparato digestivo, como en las articulaciones, la piel, el hígado o los ojos, pudiendo producir sensación de dolor abdominal, diarrea, fiebre, pérdida de peso, desnutrición y hemorragia rectal. La enfermedad de Crohn puede ser una enfermedad dolorosa y debilitante, que se puede presentar a cualquier edad, aunque es más frecuente entre los 20 y 30 años.
La causa de la enfermedad inflamatoria intestinal es multifactorial y puede involucrar: Factores genéticos, Factores ambientales, como el tabaquismo, consumo de alimentos procesados y ultraprocesados, Alteraciones de la microbiota intestinal, Respuesta alterada del sistema inmunológico a nivel intestinal.
Existen diversos factores de riesgo que se han asociado con un mayor riesgo de desarrollar estas patologías, tales como: Sistema inmune debilitado: el sistema inmunológico puede reaccionar contra las bacterias intestinales normales, desencadenando la inflamación crónica del tracto digestivo e intestinal. Factores genéticos: hay mayor probabilidad de padecer EII si se tiene antecedentes familiares de la enfermedad. Edad: suele ser más habitual en personas jóvenes, entre los 20 y 40 años. Factores ambientales: se ha relacionado la EII con un alto consumo de grasas, comida procesada y ultra procesada y baja ingesta de fibra. Alteración en la microbiota intestinal: las bacterias que viven en el tracto gastrointestinal pueden sufrir alteraciones en su composición y función (diversidad), pudiendo originar el desarrollo de una enfermedad inflamatoria intestinal. Tabaquismo: este hábito se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Crohn. Uso de medicamentos: se ha visto una relación entre la ingesta de antiinflamatorios no esteroides (AINE) y el desarrollo de EII. Estrés: si bien no es una causa directa de EII, sí puede desencadenar brotes o exacerbar síntomas en quienes ya tienen la enfermedad.
Los principales síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal son: Compromiso del estado general, destacando fatiga, fiebre y pérdida de peso, Diarrea, Rectorragia (sangrado digestivo), Dolor abdominal. Algunas personas también pueden presentar molestias articulares, dermatológicas, oculares y vasculares, entre otros.
La enfermedad inflamatoria intestinal no puede prevenirse, sin embargo, algunos hábitos hacen posible la reducción de riesgo de desarrollarla o de sufrir brotes. Dieta balanceada: consumir una dieta equilibrada y rica en frutas, verduras, cereales y alimentos con ácidos grasos Omega-3. A su vez, disminuir el consumo de grasas saturadas y alimentos procesados y ultra procesados. Evitar el tabaquismo: el cigarro puede empeorar los síntomas de la enfermedad de Crohn. Manejo del estrés: una buena salud mental protege del desarrollo de la enfermedad inflamatoria intestinal. Evitar el uso excesivo y sin prescripción médica de fármacos antiinflamatorios como ibuprofeno y naproxeno, y de antibióticos.
Evaluación médica: en la consulta, el especialista analizará el historial de síntomas y su evaluará factores de riesgo para progresión de la enfermedad y de gravedad, junto a los antecedentes médicos del paciente. Exámenes de sangre: permitirán identificar marcadores inflamatorios propios de alguna de las patologías que conforman la enfermedad inflamatoria intestinal. Biomarcardores: calprotectina fecal es un examen de deposiciones, con una única muestra, que evalúa la carga inflamatoria en el colon. Si se encuentra elevada, indica actividad inflamatoria, por el contrario, si su valor está bajo, indica remisión. Colonoscopía: procedimiento en el que se utiliza un tubo flexible con una cámara en el extremo para examinar la mucosa de colon y recto al igual que la última porción del intestino delgado, conocido como íleon. Este procedimiento permite al médico observar cualquier tipo de inflamación, ya sean erosiones, úlceras o pólipos presentes, y tomar muestras de tejido si es necesario. Endoscopía digestiva alta: en el caso de sospecha de compromiso digestivo alto, se puede programar una endoscopía para evaluar el compromiso. Cápsula endoscópica: sobre todo para los casos de enfermedad de Crohn, se puede utilizar una cápsula endoscópica, que es un dispositivo que se ingiere y permite tomar imágenes de todo el tubo digestivo durante su recorrido. Su objetivo es el estudio completo del intestino delgado. Exámenes de imágenes: resonancias magnéticas de pelvis o enterorresonancia, y/o escáner pueden ser de utilidad para visualizar la extensión y gravedad de la inflamación en el tracto gastrointestinal y en la región perianal si hay sospecha en enfermedad de Crohn. Biopsia: durante una colonoscopía o endoscopía, el médico puede tomar muestras de tejido (biopsias) para examinarlas bajo un microscopio. Esto puede ayudar a confirmar la presencia de inflamación y a diferenciar entre la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, y otros diagnósticos diferenciales.
Su causa exacta es desconocida. Sin embargo, se asocia a factores hereditarios o a un mal funcionamiento del sistema inmune, que ataca a las células del tubo digestivo. El estrés y malos hábitos alimentarios pueden agravarla.
Algunos factores son: Tener entre 20 y 30 años, Fumar, Tener antecedentes familiares de la enfermedad, Ingerir medicamentos antiinflamatorios, lo que podría provocar una inflamación en el intestino y empeorar la enfermedad, Tener una dieta alta en grasas o en alimentos con azúcares refinados, lo que también puede producir inflamación del intestino.